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Mostrando entradas de abril, 2018

Mi faro del fin del mundo.

No soy perro de ciudad, ni marinera, a veces ave de paso, a veces gaviota, donde lo firme se une con el mar, entre montañas y arena, allí me encontrarás. Demasiado cerca, luz molesta, en la distancia, una referencia, que puedo dibujar en colores, dejando volar mi imaginación, bajo un manto de estrellas. No puedo imaginarte desde el océano, lucero de la noche, sólo puedo verte desde la tierra, arquitectura bella, más he soñado encontrarte, caminando por senderos y bosques. De mi vida, una etapa cierras, de Madrid a Santiago, de Santiago a Finisterre. Y en cada litoral, un faro, y en cada confín, un límite de lo conocido, y entre tantos faros del fin del mundo, yo quería encontrar el de Fisterra. Y allí estuve, cual sirena errante, bajo un cielo encapotado, tan típico de la zona, frente al sol que se adormece, frente al atlántico y sus costas,

De Tabarca a Santa Pola

En esta pequeña planicie, sobre el mediterráneo alzado, despiertas cada noche, perezoso y abrumado, por las mareas y los vientos, de punta falcón a la cantera. Científicos y transeúntes, mientras duermes te visitan, si es verano al calor sonríes, dando sombra a los turistas. Si es invierno, la soledad acecha, lugareños y curiosos, almas tranquilas y artistas, pintores de alta mar, poetas de la bahía, restos bohemios de pesqueros, que nadaron en tu isla, leyendas de piratas, apóstoles y putas, ejércitos que a los corsarios abatían. Por la tarde el sol se esconde, San Gabriel lo guía, mientras San Rafael te despierta, a la noche sombría. Él protege los campos, tu haces lo propio con la marina, girando sobre tu eje, brillando en la oscuridad infinita. Y en tus giros, y tus juegos, a Santa Pola vuelves la vista, guiñándole los ojos, coqueteando con sus orillas. La luna se despide con un beso, de

Función Escalón. Poesía experimental.

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